viernes, 19 de junio de 2015

TRIATLON CROSS DE SANTA POLA by Vero.

TRIATLON CROSS DE SANTA POLA




Domingo 7 de junio, las 7h de la mañana el despertado empieza a chillar, grrrr pero hay que levantarse hoy es el día..... Vuelve el Triatlón Cros de Santa Pola.

He esperado un año para volver a participar, el año pasado lo disfrute más que cualquier otro triatlón. La edición anterior tenia medio de las distancias, del famoso faro, de las piedras, de la acumulación de gente etc.... Pero este año NO.

A pesar de haber pasado un invierno con baches a nivel de la salud, este triatlón no me lo pierdo. De hecho mi reto para este año, ya que conozco el terreno es bajar de tiempo.

Han vuelvo las mariposas en el estómago, me habían abandonado durante las últimas pruebas pero HAN VUELTO y es buena señal, ahora estoy de nuevo lista para competir.

Preparo mi material, el coche, la bici y rumbo a Santa Pola. La temperatura ya es bastante elevada, me temo que voy a sufrir durante la carrera.


Llegamos, las mariposas voltean en mi estomago, voy a por mi dorsal, deprisa entro en los boxes para poner a punto mi sitio. Allí están algunas de la chicas y chicos del club, besitos por allí besitos por allá. Todo listo, como siempre tengo la sensación de haber olvidado algo pero no compruebo una y otra vez mi sitio, mi material, si está todo listo.

Voy a la busca de Víctor y nos vamos a la salida, nos acompaña Lourdes. Aprovecho para explicarle cómo va el triatlón y le doy algunos consejos (visto que es su primer triatlón en aguas abiertas).
Llegamos a la salida, puffff cuánta gente ….

Una parte de la marea rosa se reúne antes de la salida para la foto oficial.



Nos queda una hora antes del pistoletazo. Algunos van a calentar en el agua, otros aprovechan para saludar a otros compañeros de otros clubes etc....

Las 10h la megafonía llama a los gorros amarillos, es decir los chicos federados.

Las 10h05 las chicas, con los gorros rosa se lanzan al agua.

Dejo pasar las chicas, yo necesito mi tiempo para coger mi ritmo, vigilar mi entorno y poner en aplicación las clases de natación de este invierno. Un reto dentro el reto, bajar 5 min la natación con respecto al año pasado.

Voy con mi ritmo, pensando a las brazadas, al movimiento de los brazos de los codos, vigilo las otras chicas que están a mi alrededor.

Me falta poco para terminar, levanto la cabeza para orientarme y veo Víctor en el espigón, me da energía para seguir, vamos brazo derecho, brazo izquierdo.

De repente, el mar empieza a moverse mas de la cuenta, noooooo, nos alcanzan los gorros verdes.
Pánico, me entra el pánico, es como un tren sin freno, no miran donde van, van en linea recta, codazos, patadas, no te pasan encima pero casi. Veo el arco de salida, menos mal no tendré que luchar mucho mas tiempo contra la manada verde.

Salgo del agua miro mi reloj, he bajado de 3 min, no he logrado mi reto, pero he bajado.

Rápida, rápida a por la bici, ponerse los calcetines, los zapatos, el dorsal etc.. y corriendo dirección la salida, saltar encima de la bici y a darlo todo en el sector que me encanta.

Primera parte asfalto, hay que llegar hasta el famoso faro, no hay mucha gente y voy bien. Al pie de la subida del faro veo a Lourdes en un lado. Qué ha pasado?? Se rompió la cadena. Qué mala suerte.
Sigo mi camino apretando los dientes que viene la cuesta, estoy en un grupito de fuertes y doy todo para poder seguirlos y que me lleven a la cima.

Viene lo bueno, las piedras, el polvo, la gente que no sabe dónde tienen que ir. En este sector se nota la gente que sabe manejar la BTT y las que no. Lo más peligroso, la gente que duda, que no saben si ponerse a la derecha o la izquierda, son los que más temo y lo que más me sacan de quicio.

Al kilómetro 10, tengo un bajón, me quedo como vacía, no, que me queda todavía la mitad del triatlón para terminar. Me alimento, me hidrato al máximo, a poco tiempo noto mis baterías de nuevo cargadas. Menos mal.

La bajada a la zona de transición a tope, lo mas rápido que puede para poder ganar algunos minutos.
T2.

Cambio de material, zapatillas y empiezo a correr. Veo a Luli salir como una bala.
La parte que menos me gusta, pero hay que hacerlo. Mental!!! La cabeza lleva el cuerpo. Me acuerdo de los consejos de mi coach, no agaches la cabeza, movimiento de los brazos, disfruta del paisaje, de la gente y no pienses, solo correr. Me alcanza Lourdes. Le dejan correr los 5km, ya que esta aquí, que los disfrute, me hace compañía, me marca el ritmo.

Voy por la mitad del recogido y hace un calor tremendo, tengo sed, de repente a lo lejos veo agua. Un abuelo que ha decidido regar a los triatletas que pasan, me viene de lujo.
Echo un vistazo a mi reloj, si sigo así llegare en menos tiempo que el año pasado. Va a ser mi obsesión hasta llegar a meta. Tengo que subir el ritmo, zancadas tras zancadas me acerco al arco de la meta. Subo la rampa y oigo el biiiipppp del chip, ya he terminado, miro mi reloj 2 min menos, lo he conseguido siiiii.
Me voy a zona de los triatletas en busca de mis compañeros.


Veo a Paco y me informa que este año también subimos al podio. Somos tercera femenina por equipo. Qué alergia.

Ahora a recoger, novio, material, etc... y a recoger el trofeo.

Todas las chicas estamos a pie del podio esperando que nos llamen, qué alegría y qué grande equipo de chicas tiene el club. Es un placer competir con ellas.

Las chicas rosas suben al podio.







Un nuevo reto cumplido, viendo mis resultados, vuelvo a coger confianza en mí misma y sé que puedo mejorar más todavía. Me espera trabajo para el año próximo y seguir bajando el tiempo.

Vero.

martes, 9 de junio de 2015

COITUS INTERRUPTUS by Lourdes Marín


Coitus interruptus: retirada o marcha atrás.

Mi primera vez, ¡qué emoción, qué nervios!

Sí, ya sé, un poco tarde, pero, ¿qué queréis?, no me atrevía, era un paso muy importante y debía estar totalmente segura.  Aparte de prepararme para que todo saliera perfecto, “he de estar a la altura físicamente, ¿qué me pongo?, que rabia, no voy a poder estrenar, con el subidón que da ir de estreno, bueno, no pasa nada Lourdes, estarás bien de todas maneras, ahora tocaba el momento y, sobre todo, debía decidir con quién dar este primer paso”. Tenía que elegir al mejor. Me dejé aconsejar por las más experimentadas, y todas coincidían en el mismo. “El mejor sin duda es el TRIATLÓN DE SANTA POLA”. Pues nada, allá que voy.



 Mi primer triatlón en aguas abiertas. Me inscribo, me preparo, me mentalizo, “hay que ir a muerte”, y llega el día, 7 de junio de 2015. Quedo con Dani para irnos juntos, sola iba a ponerme más nerviosa y no era plan. Llegamos a Santa Pola atravesando las impresionantes salinas y vemos que el mar está precioso y sobre todo, en calma. Bueno, un problema menos, tragaremos el agua justa, ni una gota más. El día era perfecto, claro y nítido, sin aire, sin olas, el mar que era lo que me daba más miedito, se dejaba invadir ese día por los 1.150 triatletas congregados para la ocasión, y el recorrido en BTT y a pie, lo conocía por el duatlón cross del año anterior. ¡Todo pintaba genial!

Las 10:00, comienza la prueba, salen los chicos federados como alma que lleva el diablo y a los 3 minutos, nosotras, las féminas, tan monas con nuestros gorritos rosa. Tan monas y tan bestias, la de codazos , patadas y manotazos por doquier. ¡Chicas por Dios! Vaya tropel, no hay espacio para nadar, sólo se perciben, gorros, brazos, piernas, pero bueno, te dejas llevar y te haces un hueco como buenamente puedes.
 
Al fin cojo un poco de ritmo dejando ir al pelotón principal y empiezo a nadar lenta pero a gusto, respirando y sin cansarme en exceso, siguiendo la dirección que toman las cabezas que me rodean y mirando de vez en cuando la boya a alcanzar. A mitad de camino, cuando ya estoy disfrutando de mi travesía, me empiezan a rodear multitud de gorros verdes que pasan arrasando como si llevaran un tiburón en la retaguardia, sin cuidado, sin mirar, cruzándose, algunos nadando a braza, de espaldas (dejando caer la mano muerta sobre quien sea, sobre mí por ejemplo), un tropel vamos.

No sucumbo a los golpes, como dice mi compi Véro, “tú saca codos”, y sigo y al fin oigo la megafonía de la playa que me indica que ya estoy llegando a la salida, se me ha hecho corto, estoy super contenta. Salgo a la arena, fresca como una lechuga, ¡lo he conseguido!, mi odisea marítima está superada con nota, ahora llega lo que conozco y controlo más.

Salgo corriendo a boxes, cojo mi bici (revisada el día anterior), mi casco, mis gafas y mis zapas y voy a por todas, ale, al faro que me voy. El recorrido me lo conozco, salgo fuerte y voy adelantando a bastante personal. Apenas llevo unos kilómetros de subida y cuando estoy culminando el primer tramo duro oigo un “click” y se me va el pie de la bici. Pienso, joder la cadena con lo bien que iba, bueno la meto y punto. Miro hacia los platos buscando la cadena y, no está,  Pero esto que eeeeeees? Como diría Mauricio Colmenero, la muy “p*#*#*” está en el asfalto cual serpiente en medio de la carretera.

Me quedo en estado de shock, ahora qué hago, cómo se arregla esto, la gente que está viendo la carrera me pregunta por no sé qué herramienta para arreglar cadenas, ¡qué fallo!, no haberme echado la caja de herramientas a la espalda, no me pasa más. Uno me dejaba hasta su bici, ¡más majo!, pero teníamos que cambiar el dorsal y no había más bridas. En fin, me doy finalmente cuenta de que mi carrera llega hasta ahí, me empiezo a bajar cabizbaja con la bici en una mano y la cadena en otra. Los triatletas me animan como si me faltaran fuerzas para seguir, y al enseñarles la cadena me ponen una carita que me dan ganas de consolarlos yo a ellos. Me entra huevo y se me sueltan las lágrimas, sí, soy una breva,  lo sé, pero es que estaba tan contenta de cómo había nadado y tenía tantas ganas de terminar la prueba que me tenía que desahogar así. Protección  civil, policías, cruz roja, todos dándome ánimos y que el año que viene más. Sí, pero es que ¡yo quería este!

Llego abajo, los primeros chicos ya están corriendo, veo un rato la carrera, pido una bolsa para la cadena en un chiringuito que me estaba poniendo perdida de grasa, y me quedo a ver un rato la carrera. Joder qué rabia, voy a boxes a ver si puedo dejar al  menos la bici y me voy a pegar un baño y a limpiarme de grasa. Llamo a una juez y le cuento la película, y ¡de pronto! se me ocurre preguntarle si habría alguna posibilidad de realizar el tercer segmento, los 5.000 de carrera a pie, siendo consciente de que estoy descalificada. La chica me dice que eso no es muy ortodoxo pero que, de todas maneras, lo va a preguntar. Yo ya me resigno y voy viendo cómo llegan las chicas a boxes con sus bicis, y sus cadenas puestas, ¡que envidia! No como yo, que la llevo en una bolsa.

De repente llega la juez y me dice: “entra, deja la bici y vete a correr”.  ¡No me lo creo! Le doy las gracias como 100 veces y me voy a mi sitio, dejo la bici en mi posición de boxes, la cadena y el casco en la cesta, y echo a correr más contenta que unas pascuas. Pillo a Véro, corro un rato con ella, le explico lo que me ha pasado y como voy fresca e hiper motivada , sigo a más ritmo que yo lo que quiero es cansarme, y vaya si lo consigo, con el calor que hacía y a buen ritmo, en unos minutos ya estoy asfixiada. Adelanto a bastantes corredores, ¡claro!, si es como si acabara de empezar, y acabo mi 5.000 contenta. Me dan mi medalla, estoy con los compañeros en la zona de avituallamiento final, más feliz que una perdiz, y no como una apestada fuera de la carrera y con mi bici rota. La cosa cambia bastante. En fin, gracias a esa juez tan molona, a mi tenacidad para poder entrar de nuevo en la competición y como colofón el pasico femenino, again, al pódium terceras por equipos.  Subo con ellas, ¿somos un equipo no?

Pues esa fue mi primera vez, el primero de muchos triatlones en aguas abiertas , un poco caótico, pero como todo lo que no es corriente, sé que lo recordaré más y mejor que si todo hubiera transcurrido con normalidad.

Coitus interruptus con final feliz.

¡VOLVERÉ!