jueves, 18 de septiembre de 2014

CARRERA MTB SAN MIGUEL DE SALINAS por Véro.

Menos mal que es verano, así le da tiempo al mono de competición de secarse, ayer en Valencia para la triatlón y hoy la carrera de MTB en mi pueblo, San Miguel de Salinas.

Hace varios años que quería participar en la carrera pero siempre se me pasaba la fecha para apuntarme o no estaba preparada o tenía otra competición el mismo día. Pero este año SI a pesar de haber hecho la triatlón el día anterior. Seb, el primo también va a participar.
Nos levantamos y nos preparamos para ir a la carrera, llegamos a la recogida de dorsales y hay una cola tremenda. Menos mal un amigo se acerca y nos pide nuestro nº de dorsales, en 5 min tenemos  la bolsa del corredor con todo lo necesario para preparar las MTB (tiene que tener ventaja de ser del pueblo o no!!! )



Preparamos las MTB. Se acercan amigos míos de otros pueblos que han venido a competir, así es el deporte con buena ambiente. Me junto con  mi amiga Noelia, fotos, charla, ya sé que una vez ella ponga la maquina guerrera en marcha no la voy a ver hasta el final de la prueba, efectivamente terminó primera de las femeninas y primera local.


Parrilla de salida, las 10 de la mañana, un calor extremo, todo el mundo se queja de la hora de salida,
Pistoletazo de salida, vamossss


Primera parte, pasamos por las calles del pueblo para después empezar con lo bueno, la tierra y los campos. Primer atasco a la primera cuestecita que encontramos, lógico cuando hay más de 200 personas participando. El grupo se divide en varios grupos. Mi estrategia es hacer la carrera, no romperme nada, vengo a disfrutar de la carrera y del campo. El MTB es un nuevo reto para mí, y debo decir que me ha gustado mucho, a pesar de tener la sensación de estar dentro de una batidora gigante durante horas.
Los caminos estrechos, las bajadas que parecen peligrosas pero no, cuando sueltas los frenos va sola abajo ¡!!! O casi!!!  Las cuestas son cuestas de piedras sueltas bastante difícil de pasar, pero me agarro al manillar y subo, confieso que más de una las hice andando, claro iba más rápido a pie que sobre la MTB.
Durante el camino encuentro a las amigas del Pilar, haremos una parte del recorrido juntas. Hay otra chica más adelante que va bastante bien, será mi objetivo, adelantarla.

Llevo la mitad de la prueba y tengo la sensación que hace horas que estoy pedaleando pufff no se acaba nunca estas piedras y estos caminos..... Llega el avituallamiento, menos mal, mis dos bidones están secos, la gente del pueblo me anima, lo necesito. Ya va la segunda parte del recorrido del otro lado del pueblo. De repente veo mi objetivo fallar y perder velocidad, es mi oportunidad. Hombre, he venido a disfrutar de la carrera pero no he venido para terminar la última, de eso nada. Aprieto los dientes, los pedales, saco fuerzas donde no hay pero la tengo que pasar, aprovecho un camino ancho y zasss la adelanto, de paso adelanto a un chico que parece en dificultad.

Después de 2h50min de esfuerzo llego a meta, que alivio, por fin he terminado.
Es un reto muy bonito, pero para el año que viene tendré que prepararlo más si quiero bajar el tiempo.

Véro



TRIATLON DE VALENCIA por Véro.

El 6 de septiembre es el día de una de las pruebas que más me gusta, el Triatlon de Valencia.

Este año es mi cuarta participación. Los tres años anteriores hice la modalidad Supersprint pero este año subo un escalón y quise apuntarme a la modalidad Sprint.

Llega el día de las inscripciones, empiezo con el ritual, ordenador, tarjeta de crédito y a rellenar el formulario.

Los meses pasan, las competiciones también…

La semana de la prueba se acerca a toda velocidad y yo sin entrenar a penas, pufff. Pero confío en mí, sé que puedo con esta prueba y con más, si uno quiere se da los medios.

Viernes, 5 de septiembre, todo el mundo sube al coche y nos vamos a Valencia. Este año me acompaña como siempre Víctor (no le gusta Valencia pero por mí sube al coche), mi primo Seb que se ha arrepentido de no apuntarse a tiempo a la Sprint, y mi padre que solamente verlo con los ojos brillar en el lado de la pista me da alas.


Llegamos a tiempo para recoger el dorsal e ir a la zona de boxes para pasar los controles y dejar la bici. Una cosa hecha. Ahora a descansar hasta mañana.



Sábado 6 de septiembre, ha llegado el DÍA…

6h30 de la mañana, me despierto de un salto, me viene a la cabeza que tengo que dejar el material entre la 7h y las 7h45, no es como las otras competiciones que te dejan entrar más tarde....
Dejo a mi padre y mi novio en el hotel, el primo no se quiere perder una miga de la prueba y se viene conmigo a los boxes,

Llegando al sitio me encuentro con mis compañeros Sabrina y Fran, ellos también participan a la modalidad Sprint.

Vuelvo al hotel para recoger al resto de mi Staff, nos vamos a desayunar y rumbo al puerto de Valencia.
Vemos la salida del Supersrint, hace un calor tremendo y todavía falta 1h antes que nos toque, ufff que calor .
No es solamente el calor, los nervios invaden mi cuerpo, el aburrimiento, me desespero, odio esperar.... Empiezo a quejarme, a dar vueltas, se me ha quitado la gana de participar. Tengo una gana de volver al hotel o ir me a visitar la Cuidad de la Ciencia, por lo menos allí tienen el aire acondicionado. Víctor que me ve quejarme, me llama la atención “deja de quejarte, siempre haces lo mismo y una vez dentro del agua, disfruta y da todo lo que puedes y más”.

Llaman a los chicos de la Sprint, con mi compañera Sabrina no perdemos un detalle. De hecho comentamos que el recorrido de la natación parece muy grande, habrá mas de 750m???
Da igual, hay que hacerlos.
Se acercan a la salida las chicas y cada vez más chicas participan, creo que en esta salida éramos cerca de las 200 chicas.
Llaman la salida nuestra, allá todas al agua. Espero ansiosa el pistolazo. Mucha gente, demasiado para mi gusto.

La bocina se hace oír en el puerto, respiro profundamente y al ataque. Mogollón, patadas, codazo, intento hacerme un hueco pero es complicado estamos las unas sobre las otras.
Primera boya a la vista, giro a 90º, el grupo empieza a estirarse y ya tengo sitio para nadar correctamente. Me concentro a 200% porque la natación es mi punto débil. Me giro para ver atrás si hay más gente y efectivamente hay chicas detrás de mi, eso me motiva un poco más. Llego a la salida de la natación, voy corriendo a por la bici. Primeros 500m, hay un grupo de chicas delante de mí, las alcanzo, bien voy a poder agarrarme a ellas. Consigo aguantar su ritmo durante un tiempo pero de repente ponen el turbo y suelto el grupo. Durante las 3 vueltas de recorrido de bici, veo a Sabrina dentro un grupo de chicas, me alegro por ella.

Dejo la bici después de completar mis 20 km. Quito las calas y calzo mis zapatillas, a correr.
Salgo de los boxes y a lo lejos veo a Víctor y a mi padre en el lado de la carretera, que subidón ver la mirada de mi padre, más adelante esta Seb que me pega 2 gritos para animarme.
Completo la primera vuelta sin mucha dificultad, el calor aprieta más y más. A la segunda vuelta, oigo a Víctor, está en un lado del paseo, se pone a correr a mi lado para animarme, lo necesitaba. Paso debajo de las duchas para refrescarme y sigo mi camino. Detrás del cartel  que indica la dirección de la META, sé que me espera un ultimo esfuerzo, la rampa que conduce al arco.
He terminado el Sprint de Valencia, un reto más cumplido, siempre se puede mejorar los tiempos pero estoy satisfecha de mi carrera.

Recogemos todo y pa'  casa que mañana me espera una nueva aventura.

Veronica 




martes, 16 de septiembre de 2014

MOMENTOS DE FELICIDAD por Marina.

Cada cual tiene sus circunstancias personales.

Desde pequeña destacaba en clase de gimnasia. Mi padre fue pionero en su época en carreras de media maratón y maratones, y mi hermano se inclinó por las competiciones de ciclismo cuando era juvenil.

Sin embargo, en su momento, yo no seguí el ejemplo de ninguno de los dos. Salía a trotar de vez en cuando, competí en frontenis y mi primer contacto con una bicicleta de carretera fue después  de terminar la universidad. Una BH con los cambios en el cuadro, vamos, un hierro, que un amigo de mi hermano me dejó por un módico precio. Creo que aguantó un año. Aquéllos con los que nos cruzábamos me miraban con extrañeza, por ser chica y por ir con esa “bicicleta”. Por aquel entonces mi hermano empezó a competir en triatlón, disciplina que al final abandonó por una lesión de cadera. Yo pensaba que estaba medio loco cuando lo veía entrenar las transiciones. También en esa época mejoró  mi natación, sólo sabía nadar con la cabeza fuera del agua. Mi compañera de trabajo se empeñó en que quería sacar el título de socorrismo y el de monitora de natación, y tanto insistió que me convenció. Al echar la vista atrás, me da la risa, porque en el curso de monitor de natación, pedían para presentarte, saber nadar los cuatro estilos, y la verdad,  mi estilo era, digamos, bastante particular.

De nuevo una compañera de mi hermano quería vender su bici, y de rebote la terminé comprando, sin tener muy claro que fuera a salir con ella. En el 2009, por casualidad, probamos un triatlón de promoción; y sin darme cuenta acabé metiéndome en el mundillo. En 2012, fui con la Selección de Murcia al Campeonato de España de Duatlón por Autonomías. Era mi primera vez, entre asiduas representantes. Y en una conversación me decían: “empiezas ahora, ¿no?, ¿de qué deporte vienes?…”; no se creían que tuviera  36 añitos: pues sí, he empezado un poco “tarde” y venir, venir, no vengo de ningún deporte.

Llevo dos años obligada a hacer parones en los entrenamientos por motivos varios. Este año apenas he competido.

El otro día, después de dos meses, volví a montar en la bici. He de confesar que regresé  a casa con alguna lagrimilla de rabia, por ver cómo lo que antes era un simple paseo de 45 km en llano, ahora me había costado completar. Ese dolor de piernas, ver cómo no tienes nada que dar.

Y al día siguiente, estoy otra vez encima de la bici. Por sorprendente que parezca, esos momentos de sufrimiento son para mí grandes momentos de felicidad. Sentir el aire encima de la bici, hace que los problemas se desvanezcan y el corazón se sienta libre.

 Por otra parte, ahora mi padre está jubilado y he pasado unos días en la casita que tiene en La Canalosa. Desde el Sant Juri, me señala todos los montes de alrededor. Veo en sus ojos el amor que siente por la montaña y que sin duda me ha transmitido. En la bajada los pies me piden volver a correr… ¡qué bien!

Y todo esto me lleva a concluir: ¡qué bonito es darte cuenta que amas algo! y ¡qué bueno es poder aferrarte a ello para seguir adelante!

Ascensión al Aneto, por Dani H. (14 años)

Un grupo de jóvenes llevábamos un tiempo planificando la ascensión al Aneto. Éramos unos 35, acompañados de algunos padres. Nos hacía mucha ilusión porque la mayoría no habíamos subido todavía.
El día 21 de Junio de 2014, nos levantamos a la 1:30 de la madrugada, para a las 2:00h coger un autocar que nos llevaría de Lérida a la Bersutra, Aragón (este es el lugar donde se inicia la ruta más frecuentada hacia el Aneto).

Antes de llegar, paramos en Benasque para alquilar crampones y algún piolet.
Llegamos al Plan de la Bersutra (1900m), y a las 6:00 ya estábamos caminando por un camino de hierba y piedra. Sobre las 7:00 llegamos al refugio de la Renclusa, y media hora más tarde encontramos bastante nieve. En ese instante, nos pusimos los crampones para facilitar el ascenso y evitar resbalar. Así seguimos durante más de dos horas hacia la cresta de los Portillones.

Después de atravesar unas inclinadas rampas de nieve (al ser el mes de Junio, la nieve cubre el terreno de piedras sueltas y roca, porque no se ha derretido) llegamos al Portillón Superior (2880m). Desde allí, atravesamos unos bloques de roca y llegamos a la brecha del Portillón, donde se aprecia claramente el Aneto, y todo el recorrido que nos quedaba.

Entonces bajamos por algún nevero y roca hasta el inmenso glaciar del Aneto (el más grande de los Pirineos y España). Ahora tocaba atravesar el glaciar en diagonal durante unas dos horas (hay hielo durante todo el año y por eso son imprescindibles los crampones).



En esta parte del ascenso no se ganaba mucha altura, aunque hay algunas subidas. El camino está muy marcado porque cada día asciende al Aneto mucha gente y se puede ver una línea de pisadas a lo largo de todo el recorrido. Durante el recorrido por el Glaciar, pudimos ver a nuestra derecha grandes picos rocosos entre los cuales se distinguía claramente la Maladeta, el pico Maldito, el pico Medio y el Coronas.
Cuando llevábamos unas dos horas por el glaciar, llegamos al collado de Coronas (3198m). Ahora nos quedaba un trozo bastante cansado hasta la antecima del Aneto. Atravesamos el final del glaciar, ascendiendo por una pendiente bastante acusada.
A continuación llegamos a un terreno formado por muchas piedras y roca que atravesamos sin dificultades hasta el rellano de la antecima del Aneto (aproximadamente 3390m). En este lugar algunos compañeros se quedaron por respeto al paso de Mahoma.
Ahora sólo nos quedaba el punto clave de la ascensión: el Paso o Puente de Mahoma. Se trata de una estrecha arista formada por bloques de roca, con una caída muy vertical a los dos lados. A veces hay que esperar un rato a que la gente que está en la cima acabe de bajar (hay tramos en los que no hay espacio para cruzarse con otras personas).

El principio de este paso es la parte más complicada, aunque es más impresionante que difícil (como mucho es de 2º grado de dificultad, pero es muy expuesto). Si se tiene vértigo, mejor no atravesar el Paso de Mahoma, y si alguien no tiene experiencia en atravesar aristas de alta montaña, mejor que se encuerde para asegurarse.



Empezamos avanzando utilizando las manos, para agarrarnos mejor, por unos bloques de piedra estrechos, después tuvimos que trepar unas rocas y avanzar unos segundos a horcajadas. A continuación trepamos grandes bloques de granito hasta llegar a una zona de piedras que forma la cima del Aneto (3404m, montaña más alta de los Pirineos, y segunda más alta de la Península Ibérica).

Llegamos a la cima sobres las 12:00, ya que habíamos hecho alguna parada durante el ascenso. ¡La satisfacción de haber llegado a la cima y contemplar estos paisajes era indescriptible!

En la cima encontramos una gran cruz metálica, una talla de San Marcial y una pequeña estatua de la Virgen del Pilar.
Desde la cima, si no hay niebla, podemos ver los macizos montañosos del Posets, la Munia, el Gran Bachimala, el Perdiguero, la Maladeta, el Tuc de Mulleres, el Vallibierna y el Comaloformo que también alcanzan los tres mil metros.
Esta es una de las mejores excursiones y de las más gratificantes que hecho en mi vida. La recomiendo a todo el mundo siempre que tenga una preparación física y una mínima experiencia en los recorridos de alta montaña.




martes, 2 de septiembre de 2014

“LO QUE NO SE DEBE HACER; MARATÓN DE LAS TUCAS, HUESCA”, por PACO



Con el paso de los años, y supongo que no soy el único, siento que mi capacidad atlética se va reduciendo. Repetir las mismas pruebas: media maratón, 10 K, duatlón de carretera… sólo sirve para llegar una y otra vez a la conclusión de que la lucha contra el crono está perdida. Cuesta ponerse a entrenar porque cada vez tengo más ocupaciones; cuesta recuperar después de los entrenamientos de alta intensidad, porque la respuesta del cuerpo se vuelve cada vez más lenta y vaga; cuesta mantener la adrenalina que te lleva en volandas, cuando estás en la línea de salida de una prueba que ya has corrido en 5 ó 7 ediciones. Ya no es suficiente con tirar de manual de zorro viejo: colocarse delante, recortar esquinas, correr detrás de alguien para que te corte el viento... Ya no hay material a mejorar, dentro de la lógica, sin entrar a los caprichos: zapatillas, ropa técnica, mejor bici… Y ya he agotado el cupo de remiendos y parches: bebida isotónica, geles, recuperadores, medias compresivas, neurotaping, masajes…

Llevaba ya un tiempo debatiéndome entre el abandono y la reconversión; o en el mejor de los casos, perdida la lucha contra el crono, buscando dónde explotar el lado aventurero, para compensar las deficiencias del físico y mantener algo de alegría a la hora de entrenar (hacer de actividad física con asiduidad) y competir (contra los demás, o al menos, contra mí mismo en un arrebato de nostálgica juventud).

Pasada la temporada de duatlones-triatlones, superada la organización del Triatlón Popular de Orihuela y con podio en la categoría de consuelo llamada “veteranos” y con el parón estival de los entrenamientos en el polideportivo, era el momento de parar, sin plantearme siquiera hasta cuándo. Todos los objetivos deportivos quedaron aplazados.

Tiempo de reflexión, ¿en qué reconvertirme una vez más? Debate que ya venía de largo: carreras de orientación y carreras de montaña, las mejor situadas.

Pasaron los primeros días de julio, casi desbordado por labores administrativas del Pasico, antes de irnos a la casa de la playa. Leer, reuniones familiares, paseos por la arena, baños entre las olas, dormir, escapadita de una semana a Albarracín. Planes en los que el reloj no estaba invitado y el ejercicio físico no cumplía una misión más ambiciosa que realizar alguna actividad física al aire libre, disfrutando del paisaje.

Teníamos alquilada una casa en Eriste, junto a Benasque, en el Pirineo Aragonés, para finales de mes, junto a la familia de mi mujer. Casualmente, en fechas coincidía con el Trail del Aneto, una carrera de alta montaña multidistancia, con pruebas desde el ultratrail de 106 Km a la prueba de promoción de 9 Km. En mayo me sobrevino una ráfaga de “¿me animo?”; pero con las nuevas fórmulas de inscripción, que te obligan a pagar dos meses antes para hacerlo a un precio razonable, lo descarté de inmediato.

Después de salir a trotar media hora un par de veces por la playa, allá por el 15 de julio me dije: “¿Por qué no? La media maratón: mitad andando, mitad corriendo; si me pongo, llegar, llego.” Para entonces las inscripciones estaban cerradas. Definitivamente descartado.

Jueves, 24. Partimos hacia el Pirineo, con el coche repleto de trastos: la bici, la mochila, las botas y un largo etcétera con el que explotar las opciones lúdico-deportivas de la montaña. Este año es en casa rural, no en camping, como otros, pero inexplicablemente el coche va siempre hasta el techo. Al llegar, mi cuñado me comenta que uno de su club está inscrito a la carrera del sábado, pero a la distancia maratón.

El viernes concurren dos circunstancias. Por un lado, a la media hora de la primera excursión, nos cae un chaparrón pirenaico. Es la previsión para los próximos días. Por otro, intentamos cambiar la inscripción de José Luis (distancia maratón y federado en montaña), por la mía en media maratón. La organización nos contesta que tienen mucho lío y que no es posible. “Pues venga, la maratón”.

Lo que no se debe hacer 1. “Cuando la previsión del tiempo para una actividad es de tormenta casi garantizada, lo más prudente tal vez sea no hacer la actividad”.

Lo que no se debe hacer 2. “No debemos lanzarnos a una carrera cuya distancia no hemos preparado”. Debemos seguir el principio de progresividad, sin dejar que la ilusión nos arrastre al despropósito. La distancia más larga que había corrido nunca eran 27 Km casi llanos de asfalto; y la prueba más larga, un triatlón olímpico de casi 3 horas y una carrera de montaña de casi 4. El tiempo del ganador en 2013 fue de más de 5 horas.

Curioseo un poco la web de la carrera, lo justo para no echarme atrás. Un vistazo rápido al mapa y perfil, para coger alguna referencia de lugares y kilómetros; no viene descrito con mucha precisión. Y me encuentro una lista infinita de material obligatorio.
Mapa recorrido.
Perfil.
Lo que no se debe hacer 3. “En una carrera de montaña, no salgas sin más. Planifica bien los esfuerzos. Busca puntos de referencia y ten en cuenta que no todos los kilómetros son iguales, por el desnivel y las dificultades técnicas del terreno”.

Lo que no se debe hacer 4. “Si una carrera incluye en el reglamento, una lista de material obligatorio que hay que llevar, no te inscribas si no tienes la garantía de que vas a tener todo en la línea de salida”. Manta térmica, vaso, mallas por debajo de la rodilla, frontal, luz trasera, chubasquero, guantes con dedos, camiseta térmica, pastillas potabilizadoras… ¿De dónde voy a sacar todo eso? La obligatoriedad de portar el material de emergencias, se justifica en la distancia ultratrail, en la que se toma la salida a las 00:00 horas. Pero se ha hecho extensivo a las otras distancias. No obstante, en el caso de la maratón, que sale a las 09:00 horas y cierra la meta a las 22:00, existe la posibilidad de que se te haga de noche, los avituallamientos están muy distanciados y el tiempo es muy cambiante.

Comienzo la maratón de conseguir el material. Afortunadamente, mi cuñado está en un club de carreras de orientación en el que todo ese material es de uso común; y unos compañeros suyos salen en unas horas de Elche, vienen a hacer la carrera. Con un par de llamadas, solucionamos lo más exótico, espero. Y yo me concentro en ver qué me he traído en mi recargado coche.

La semana anterior me había comprado unas zapatillas de montaña, para renovar las que tenía, desgastadas ya por el uso. Están en Orihuela. La mochila que he traído es muy grande; pero mi cuñado tiene una con Camell, aunque no tiene la bolsa del agua. No me he traído ningunas mallas por debajo de la rodilla. Mi cuñada me deja unas con una franja fucsia en el lateral, muy monas. Espero no tener que sacarlas. Sería eterno contar las anécdotas del día.

Por la noche hay un briefing para explicar algunos aspectos de la prueba. El pabellón está rebosante de gente recogiendo dorsales y curioseando. Yo no puedo recoger el mío porque aún no puedo acreditar la identidad con la que estoy inscrito. Llego a la sala de conferencias. Mirando alrededor me llama la atención lo que veo: ropa de montaña y técnica; y lo que no veo: no hay gordos, bueno, ni gordos, ni mediogordos. Y escuchando conversaciones tipo “El otro día en el ultratrail de…” “Las zapatillas … de 500 € conseguí que me las dejaran en…” Mi conclusión rápida es: “¿Dónde están los corredores populares?” De la charla en sí, aprendo que se ha cambiado el recorrido del año anterior, que sólo hay 3 puntos de avituallamiento (aunque creo que tienen comida y bebida suficiente para no desmayarse), y que puede haber revisiones del material obligatorio que me traerán esta noche.

Sábado, 26 de julio de 2014, 07:00 horas. Me levanto. Nubes en el cielo y yo poniéndome crema solar. Desayuno rápido y a la carrera. Afortunadamente estamos a sólo 3 Km de Benasque, de donde se sale. De hecho, la carrera pasa casi por la puerta de donde tenemos la casa rural. Mi cuñado me ha recogido el material que falta, sus compañeros de club llegaron anoche. Casi sin mirarlo lo hecho todo a la mochila.
Llegamos con tanto tiempo que apenas hay ambiente de competición en la calle. Aparcamos fácil y nos dirigimos a recoger el dorsal. Pabellón desierto, tanto, que nos hace dudar de si nos hemos equivocado de día y hora. Todos han sido más previsores. Me aprendo “mi nombre y dni” y me invento la fecha de nacimiento en el “consentimiento de la carrera”.
Estudiando el mapa.
Lo que no se debe hacer 5. “No realices actividades de riesgo sin la garantía de que te cubre el seguro”. Las carreras de montaña encierran cierto riesgo.

Lo que no se debe hacer 6. “No seas el último en recoger el dorsal si quieres que queden camisetas de tu talla”. Marina quedó encantada con el cambio. Cogí una S modelo de chica.

Me coloco el dorsal y me engancho el sportident (el chip). La exposición sobre la mesa de control de material de todo lo que llevo en la mochila resulta casi embarazoso. Hay que sacar cosas y hago una primera criba (quito barritas, la crema solar, la braga polar…). Aún así, mientras las mochilas de mis compañeros-rivales parecen gráciles cual plumas, la mía parece el camión de la mudanza. Guardo el mapa sin estudiar. Noto los nervios en mi estómago, el gusanillo de la competición, falta muy poco para la salida, exactamente… exactamente me he dejado el reloj. Aunque no sé si servirá de algo, hago una llamada para que me lo consigan.

En lo que recogemos el dorsal, ríos de corredores confluyen en la calle donde está el arco de salida; tiene la leyenda “Gobierno de Aragón”, que me resulta exótica. Seremos más de 800. La música exalta los ánimos y que el speaker salude a “los corredores venidos de la comunidad valenciana”, se agradece como un guiño de ánimo. Llega mi reloj y me inmortalizo en unas fotos que cuelgo en el grupo de whatsapp; rituales del siglo XXI, ya muy extendidos. El teléfono móvil está en la lista de material obligatorio.

Lo que no se debe hacer 7. “No comiences una actividad física de cierta intensidad sin un buen calentamiento previo”. Me limité a unos suaves y breves estiramientos y un trote de 50 m para ese pis de última hora. “Tiempo habrá de calentar en 42 Km y 2.500 m de desnivel acumulado”, pensé.

Listo para salir.
Línea de Salida, Benasque. 09:00 horas, Km 0, 1.100 m de altitud.  Hacía mucho que no tomaba la salida en una carrera desde la parte de atrás. “Si quiero ganar voy a tener que adelantar a los 800”. Pero me he puesto por objetivo llegar, sin crono y sin el estrés de otras pruebas. Empieza la cuenta atrás. Pistoletazo de salida y a… andar. Benasque es un pueblecito del Pirineo, muy cuco en su parte más antigua, pero de calles muy estrechas.

Lo que no se debe hacer 8. “No conseguirás tu mejor resultado deportivo si te sitúas atrás en la línea de salida”. Corres el riesgo de encontrar embotellamientos y de tener que hacer el esfuerzo de adelantar a otros corredores. Es preferible la postura egoísta de que me adelanten a tener que adelantar, salvo que tus posibilidades atléticas sólo aspiren a los puestos de cola. Siempre me ha dado mucha rabia pasar andando bajo el arco de salida, por atasco. No parece serio.

Salgo atrás del todo; Benasque.
En ese andar-trotar intermitente cruzamos el pueblo. Todo es jalear de los familiares, bromas y compañerismo.

Los primeros kilómetros discurren por la cuneta junto a la carretera, con una suave pendiente continua hacia arriba. Llevo los palos plegados en la mano, mientras busco la forma de aprender a correr con ellos. Podría ir más rápido, pero queda mucho y hay mucho tráfico, con tapones intermitentes.

Mi hoja de ruta mental incluye intentar correr lo que no supere el 2-3% hacia arriba, los llanos y las bajadas asequibles. El resto andar; no merece la pena torturarse al principio y terminar andando los llanos por agotamiento. Y anteponer siempre la seguridad a la velocidad. Si se puede, completar el recorrido. Vengo de novato; pero estoy descansado y con ilusión. En cuanto a ropa, he optado por zapatillas de carreras por montaña, pantorrilleras Pasico, pantalón corto (las mallas habrían estado mejor), camiseta térmica (por si hace frío en las alturas y para evitar roces) y la camiseta técnica Pasico encima. No sé cuánto va a durar mi carrera, por lo que voy a mirar el reloj para beber cada 20-30 minutos y comer algo cada hora.

En el kilómetro 3-4 nos metemos en el Valle de Estós. En la segunda rampa corta se me quita la prisa y la vergüenza, decido desplegar los bastones (por mi zona, muchos corredores llevan) y andar. En general el camino es ancho y voy dando pequeños saltos hacia delante en el orden de carrera. Cuando intento beber agua la primera vez me doy cuenta del caos de mi mochila y del circo que supone sacar la botella de litro y medio de un saco petado de cosas.

Comienza lo duro.
Lo que no se debe hacer 9. “No confundas llevar el material en la mochila con llevar el material de manera accesible: saber dónde está cosa y que sea fácil cogerla”.

Me veo obligado a hacer ajustes de organización de la mochila, sin perder ritmo, porque ahora caminamos enfilados por una senda y no quiero perder posiciones. Paisajísticamente es un valle muy bonito, con zonas boscosas y cumbres que rozan los 3000 m; un riachuelo, pequeñas cascadas y algún nevero en lo alto. Pero la fila y la dificultad a ratos del sendero me impiden disfrutar de las vistas.

El Refugio de Estós está a unos 1.800 m de altitud, Km 12-13. 11:00 horas, y 2 h en marcha. Como todos los refugios de montaña es como una cabaña grande situada en una pequeña explanada, sobre un peñasco que busca el sol. Estoy en los tiempos que me he propuesto, a pura conjetura; y lejos de los tiempos de corte que te obligan a abandonar, lo que me hace respirar aliviado. El colapso logístico en este punto es monumental. Los más de 800 corredores pasarán en el espacio de una hora. Hay avituallamiento líquido (agua en fuentes e Isostar que tienes que beber en tu propio vaso, sí, el que está en el fondo de la mochila); y sólido: pan de molde con salchichón, fruta, frutos secos, gominolas. Como algo, envío un mensaje y decido entretenerme lo mínimo. Tengo la sensación de que aquí hay mucha gente que ha venido a echar el día y cuando la senda y el desnivel compliquen el camino, va a ser tortuoso adelantar.

Lo que no se debe hacer 10. “No debes obsesionarte acerca de si has elegido la táctica correcta”. ¿Empezar tranquilo y ser capaz de mantener la alegría hasta el final; o empezar fuerte y dar mientras quede, aunque al final se afloje un poco? ¿Los de delante me estorban o me ayudan a no desbocarme al principio? Hay un punto óptimo para cada corredor, que probablemente sólo conocerás a ciencia cierta al final de la prueba. Yo no me tomé a mal que los de delante me echaran un poco el freno, habida cuenta de que no dominaba la distancia, ni el desnivel.

Ideé un sistema de comunicación con la familia, supongo que no sería el único. Desde el km 4 al 34, el recorrido era un semicírculo por dos valles de montaña sin acceso para los coches, pero con buena cobertura en algunos tramos. Así que whatsapp corto: hora, punto de referencia y selfy; que sea el teléfono el que busque la cobertura. Y a seguir. Da tranquilidad a los familiares, que te arengan con saludos y ánimos.

El siguiente tramo comenzaba bajando un poco. Yo no soy tan hábil como otros, pero formamos una grupeta para trotar con cierta alegría durante algunos kilómetros.
Un giro a la derecha nos enfila por otro valle a una ascensión casi ininterrumpida de 1.000 m de desnivel. El ritmo se hace más lento. Vuelven los atascos. No obstante, la carrera pone a cada uno en su sitio. El grupo lleva un ritmo constante, y el que siente que le falta el aliento, sencillamente se hace a un lado.


Pasamos junto a un lago (Ibonet de Batisielles), en el que un grupo numeroso se esparce para comer y descansar un poco. Continúo. Pasamos los 2.200 m de altitud y ya no hay bosque. Como no he mirado el libro de ruta, no sé por qué kilómetro vamos, ni a qué altura estamos; ni cuánta gente queda por delante o por detrás. Sólo sé que cada vez vamos más separados y la senda no está clara en todos los sitios. Troto varias veces para alcanzar grupos de delante, para no ir solo; pero cuando los alcanzo, decido sobrepasarlos. “¿Cuánto queda para el collado?”, pregunto. Me dicen que es lo que está delante de nosotros. Queda un apretón para alcanzar los 2.800 m, y luego ya a bajar. Me tomo un gel. Llegamos a una zona más técnica saltando de roca en roca; tienen el tamaño de armarios; redondas, lisas, inclinadas, de todo tipo. Y después otro tramo muy empinado: fuerte pendiente y algunos pasos muy expuestos a precipicios.
Adelanto posiciones, se me da mejor subir. Llego al punto que me habían señalado. No es el collado; de hecho, el collado ni siquiera se ve. Decepción y para adelante, para arriba.
A por el collado de la plana.
Siento el mareo dulce de caminar por encima de los 2.500 m. Avanzar, avanzar. Collado de la Plana, 2.708 m de altitud, techo de la carrera, km 20-21 de carrera, 14:00 horas, 5 h en marcha. Veo gente descansando y a un corredor muy perjudicado siendo atendido por el puesto sanitario de la organización; alguien le dice que no hay evacuación posible salvo descansar y seguir adelante (el helicóptero es para casos extremos). Ya no se oyen las risas de la salida. Voy justo de agua y eso que he cargado litro y medio en el último punto. Aunque no estaba previsto, la organización ha subido agua al collado y reparte pequeñas raciones. Mensaje, foto que me echan desenfocada con el Posets de fondo (la segunda cima más alta del Pirineo). Y a seguir.
La bajada prometía ser un descanso rápido. Mis ganas. Comienzo dando la vuelta a un lago por un roquedal áspero y tortuoso. Luego se suceden bajadas muy empinadas con cortos llanos. Corro-paro, corro-paro. La senda no está muy concurrida y con el paisaje de alta montaña, incluidas manchas de nieve, no apetece quedarse solo. Mis compañeros de viaje me llegan desde atrás; da gusto ver bajar a algunos. Yo prefiero la prudencia.
Collado de la plana y lago.
El descenso se hace lento y sinuoso, bordeando el principio del valle. Senda poco definida, a veces inclinada, riachuelos y chorros de agua y tramos con fuertes caídas a la izquierda. Hace horas que se fueron las nubes, aunque no hace mucho calor. En los 3-4 km del collado al siguiente punto de control (Refugio de Ángel Orús), doy un par de resbalones; meto el pie izquierdo en un charco, y al rato se me hunde el derecho al moverse una piedra para cruzar un riachuelo; y en otra culada que amortiguo con la mochila, me llevo un susto respetable. Me tiemblan las piernas del cansancio y el esfuerzo, no voy fino. Así que me paro unos minutos a respirar, comer una barrita e hidratarme. Y a continuar.


Lo que no se debe hacer 11. “No te mojes los pies, sobre todo en una carrera de larga distancia”. Una cosa es echarte la botella por encima en un cross de verano o llevar los pies mojados tras el sector de natación en un triatlón; y otra llevar zapatillas y calcetines encharcados con 20 Km por delante. Mantener los pies secos es una prioridad.

Refugio de Ángel Orús, 2.100 m de altitud, km 25-26 de carrera, 15:00 horas, 6 h en marcha. Me siento a comer algo. He pasado un momento malo, pero el volver a ver gente, me anima. Lleno agua, whatshapp y continúo.
Refugio Ángel Orús.
El Valle de Eriste es una bajada infinita, pero la senda no permite correr todo el tiempo, al menos no con mi técnica. Vuelve el bosque y el sonido del agua del río que me acompaña. Aquí nos cruzamos con algunos corredores del ultratrail, que van por su km 60-70, y todavía nos animan ellos. Tanto bajar comienza a cascarme las rodillas; llevo rozaduras en los dedos de los pies y creo que me ha salido una ampolla en el pie izquierdo. Estoy cansado, pero aún respondo.


Pueblo de Eriste, 1.050 de altitud, km 32-33 de carrera, 16:30 horas, 7,5 h en marcha. Junto a la casa rural en que estamos alojados está Marina y otros miembros de la familia. Marina me tiene preparado café y un pan con Nocilla, pero estoy tan cansado que no me entra. A mí ya no me quedan ganas de comer ni de correr, con lo cual, todo lo que pase de aquí, entra en el terreno de la cabezonería o la persistencia, según se mire. Dejarlo en este punto era una opción antes de tomar la salida, pero “muscularmente me encuentro bien”, aseguro; aunque creo que mi cara me delata. Punto de control, recarga de agua, barrita. Y a seguir.


Me quedan unos 8 Km, con una subida de 500 m de desnivel, arriba y abajo. Ahora voy por un sector habitado. El pueblo está en la calle y animan a cada uno de los que formamos el goteo de corredores. Hay tramos casi llanos, a ratos por caminos empedrados; pero noto que a mi trote le falta chispa y que cualquier relieve del piso se me clava en el alma (las plantas de los pies). Comienza la subida a la Estación de Esquí de Cerler, el último arreón. Voy al paso, ayudándome de los palos. No muy rápido, pero constante; y afortunadamente comienza con una senda inclinada, pero nada técnica. Voy alcanzando corredores que se me van uniendo, así que termino formando un numeroso grupo tras de mí, en ordenada fila. El ascenso se prolonga más de lo deseado, jalonado con corredores en la cuneta, recuperando y debatiéndose en si para adelante o para atrás; y en mi afán por mantener el ritmo, he olvidado seguir comiendo y bebiendo.

Lo que no se debe hacer 12. “En esfuerzos de larga duración no olvides comer y beber, incluso sin hambre y sin sed”. Si no lo haces, lo puedes terminar pagando.

En un mini parón para sacar la botella y beber, todo el grupo que arrastro detrás echa a correr como alma que se lleva el diablo. Estamos a un paso de la estación de esquí y cuando llego, voy solo. Tampoco me queda energía para lanzarme senda abajo a pillarlos. Estación de Cerler, Km 37-38, 1.500 m de altitud. El resto del camino, trotar lo que se pueda, y esperar a ver Benasque otra vez. Ni caso a los comentarios de los senderistas, respecto a cuanto queda: ya estoy esquilmado todo el día de cálculos erróneos. Cada escalón hacia abajo es una tortura para los pies.
Bosque de Cerler.
Oigo la megafonía a lo lejos. Veo el polideportivo. Corro un par de calles por el pueblo, está todo el mundo en la calle, parece la avenida comercial de una gran ciudad. Recorro los últimos metros y cruzo la línea de meta, al sprint, por supuesto: 9 h 18 min. Y es en ese momento cuando me doy cuenta que estoy agotado y me duelen los músculos, y sobre todo, las articulaciones; que me habré dejado 3-4 Kg; y que no sé muy bien qué hacer con el “vale por una cerveza y un ración de paella de ternera” que me entregan (preferiría un Aquarius y una punta de pan).

Mi valoración general sobre la jornada es que sin duda fue DIFERENTE. Sobre aquéllos adictos a este tipo de pruebas que aseguran disfrutar incluso después del kilómetro 30 ó 60, no cabe duda de que, o mienten, o han perdido la cabeza; o las dos cosas a la vez. No obstante, alterno mi alegría de alcanzar la meta tras el reto conseguido, con gritos a los cuatro vientos de que no me vuelven a pillar para otra de éstas; con algunas dosis de hormiguillas en el estómagos mientras ojeo a hurtadillas los calendarios de Internet de las próximas carreras y me imagino corriendo con más ímpetu, una preparación más planificada y mejor material.

Como no tengo otras referencias de conocidos o distancias similares, no sé si está bien, mal o regular. Y no sé qué mérito deportivo asignar a quedar en el puesto 505 de 738 chicos (el primero hizo 5 h 8 min). Hacer cábalas sobre cómo habrían ido las cosas si todo se hubiera planteado o ejecutado de manera diferente es un tanto absurdo, sin aplicar semejante rosario de casualidades, improvisaciones y despropósitos. Así pues, sirva mi ejemplo de enseñanza de algunos aspectos de lo que se debe, y muchos de lo que no se debe hacer, por imitación o por todo lo contrario. ¡Vaya ejemplo de un presidente de un club deportivo! Yo mismo me cuestiono si debí afrontar el asalto a la empresa en tales circunstancias, llegando a la conclusión de mi último consejo.

Lo que no se debe hacer 13. “No dejes de intentarlo”.

(He tomado algunas fotos de internet para tratar de ilustrar el paisaje, sin ánimo de plagio.)