lunes, 5 de mayo de 2014

TRIATLON ELCHE ARENALES 113

El 26 de Abril era un día marcado en rojo en el calendario de cuatro alocados pasiqueros que un día allá por el mes de Enero tomaron la decisión de apuntarse al triatlón de Arenales 113. No sé si realmente eran conscientes en ese momento de lo que acababan de hacer, pero ya no había marcha atrás. Para los cuatro suponía afrontar un gran reto, una prueba que iba a requerir mucha preparación física, mucho esfuerzo, mucho sacrificio y sobre todo mucha cabeza.

El camino que les llevó hasta Arenales no fue nada fácil. Mucha piscina, muchas horas subido encima de la bicicleta, entrenamientos con transiciones largas, tiradas eternas. En fin muchas horas de entrenamiento que muchos tuvieron que sacar hasta debajo de las piedras. Y si con esto  no tenían suficiente, las lesiones también quisieron hacer que conseguir esta gesta fuera mucho más difícil.  Y es que hemos tenido de todo. Fran J. estuvo con molestias en la clavícula hasta Febrero, Javi Aix tuvo que hacer un parón en la natación por dolores en el hombro y Johnny estuvo arrastrando un constipado de caballo durante dos semanas antes de la prueba.
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Y por fin llegó el día en el que Arenales 113 iba a ejercer de juez imparcial para resolver de un plumazo todas las dudas e inquietudes que durante meses habían atormentado las mentes de nuestros intrépidos tripasiqueros. 113 kilómetros iban a separar la dulce gloria del infierno de la derrota.


El día amaneció con muy buena temperatura pero con bastante viento. Eran las ocho de la mañana y habían reunidos en la playa de Arenales casi 1500 triatletas que esperaban con ansias  a que se diera el esperado pistoletazo de salida.

Para evitar una salida multitudinaria, la organización estableció siete tandas  que cada cinco minutos iban dando su salida. Pero algo extraño estaba ocurriendo. A cada tanda que pasaba, el mar  parecía enfurecerse con tal masiva e incómoda visita, arremetiendo cada vez con más y más virulencia a los indefensos triatletas, que además de luchar contra los ya tradicionales golpes, empujones, abordajes, manotazos y salidas de pista de sus contrincantes,  también debían vencer la resistencia que ejercían  las olas y la corriente del agua, empeñados en  arrastrarles mar adentro.

Pero al guionista de esta terrible película le debió saber a poco todo estos ingredientes mezclados en el mar, por lo que introdujo un fuerte viento de poniente que logró tumbar las boyas que jalonaban el circuito de natación para hacerlas totalmente invisibles al ojo del triatleta y consiguiendo que fuera  toda una odisea poder trazar una trayectoria recta entre boya y boya.


Con un gran desgaste físico y más mareados que un pollo en un asador, nuestros cuatro guerreros consiguieron completar los 1,9 kms de infierno en el mar y salir airosos de esta primera batalla , dirigiéndose por una larguísima y eterna transición a coger sus monturas para afrontar la segunda disputa de la jornada.

Y es que nada estaba colocado por casualidad. Una rampa mortal de inicio  daba la bienvenida a los triatletas al circuito de bicicleta que ya les dejaba de primeras las piernas de cartón-piedra. Pasado el primer calentón, un tramo de 15  kilómetros por carreteras secundarias y con el viento de poniente en contra les llevaba a la vía-parque de Elche, donde se daban dos vueltas a un circuito formado por largas y anchas rectas,  que según como viniese el viento tanto te hacia ir a 20km/h en un sentido como que te ponía a 50 km/h en el otro .Solamente se salía una vez de este circuito para afrontar un “pequeño” puerto de  cuatro kilómetros que mezclado con la furia desatada con la que soplaba el viento, hicieron que el “pequeño” puerto se convirtiera en una auténtico pequeño Tourmalet.



Pero nuestros aguerridos triatletas, curtidos en mil y una batallas, pudieron con los 90 kilómetros de sufridas pedaladas, y ya solo les quedaba superar el último escalón que les elevaría hasta el Olimpo de los Dioses del triatlón: 21 kilómetros por el temido y famoso circuito a pie del Triatlón de Arenales


Y es que, si una cosa es bien conocida de este bonito triatlón son sus escaleras y sus tramos de dunas  . Han sido, son y serán la más terrible pesadilla de muchos triatletas, ya que después de todo el castigo que se lleva en las piernas a estas alturas de las carrera, se convierten casi en obstáculos inexpugnables  muy difíciles de sortear, aún más si cabe si  le añadimos el sol abrasador  que apretaba a esas horas.

Al final , cada uno a su ritmo, fueron entrando en meta nuestros cuatro valientes triatletas. Una mezcla de dolor, sufrimiento, alegría  y tristeza se apoderaba de sus cuerpos cuando cruzaban la línea de meta. A muchos les vino a la mente todas las horas de entrenamiento que habían necesitado para completar esta hazaña. A otros les inundó un gran sentimiento de tristeza por no poder compartir este momento tan bonito con sus seres más queridos.






Pero la leyenda ya estaba escrita: Illan, Johnny , Fran J y Javi Aix  lograban batir un duro reto personal, convirtiéndose en unos merecedores finishers de una de las pruebas  más exigentes del panorama nacional y encima en una edición en la que muchos de los veteranos de esta legendaria prueba  califican como la más dura de las celebradas hasta la fecha.

No quisiera acabar sin antes hacer una mención especial a la excelente organización de la prueba y sobre todo a aquellos que sin su presencia seria imposible organizar un evento de este calibre: los voluntarios; y en especial,a cinco de ellos que además del madrugón, tuvieron que soportar horas y  horas de pie a pleno  sol sin que en ningún momento  dejaran de  ayudar y animar. Gracias Paco, Marina, Diana , Verónica y Sabrina.

¡¡¡ ENHORABUENA A TODOS!!  ¡¡YA SOIS UNOS MEDIO-IROMAN!!!






























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