martes, 24 de junio de 2014

EL DIA QUE ENCUENTRAS RESPUESTA, DESAFIO LURBEL RIOPAR. Por Antonio G.




Hoy, la verdad, es que el título me ha salido solo. Hay cosas que por su propio peso caen. Lurbel es una empresa de ropa técnica de Ontinyent, sinceramente no la conocía. Hace algo más de un año compré unos deportivos de montaña en una tienda especializada y me regalaron unos calcetines de la marca, que valoré una vez conocí el precio, y mucho más cuando me los calcé para tiradas largas. Vuelvo a sincerarme, no he probado nada mejor. De los deportivos mejor no voy a hablar, alguno de los compañeros de La Sagra conocen el final.

A raíz del resultado busqué información de la marca y me encontré con los desafíos que organizan y que este año están llevando más lejos. Cada evento va más allá de una simple carrera, en este de Riopar, organizan una marcha senderista de 24 km, una carrera que hace el mismo recorrido que la marcha senderista pero en sentido inverso y que tiene 1.600 metros de desnivel, y la carrera de 44 km con 2.600 m de desnivel, y que como digo, no queda tan solo en la carrera, el día de antes organizan una serie de ponencias y charlas con respecto al deporte, lesiones, superación… además de montar un pequeño mercadillo con su ropa, pequeño material de montaña y mountain bike y bicicletas, además de organizar una ruta de la tapa por los bares del pueblo. Para este año, como decía, también van a organizar una prueba similar para septiembre en La Puebla de Don Fadrique, con cima en la Sagra incluida, y otra bestial para noviembre en Finestrat, donde en 85 kilómetros salvarán 11.000 m de desnivel acumulado con subida al Puigcampana y Aitana incluida, pero eso ya son palabras mayores.

Como supondréis, un evento de esta magnitud, en un pueblo tan pequeño, se trata de una inyección económica brutal, ese fin de semana esta el pueblo abarrotado, los 1.500 participantes y acompañantes dan buen uso de todos los servicios y comercios del pueblo.
Pues allí que me presento yo, todo dispuesto, a meterme, pasico a pasico, 44 kilómetros. Qué decir de la salida, atestada de gente a pesar de ser la 8 de la mañana, participantes de la marcha que salía 15 minutos después, de la carrera corta que salía 30 minutos más tarde, acompañantes de todas las edades y lugareños curiosos que acudían a contagiarse del gran ambiente de la carrera.

El inicio de la carrera transcurre por una carretera que te saca del pueblo para coger después una pista de tierra que en poco menos de un kilómetro, te lleva al meollo de la carrera, nada más comenzar la primera cuesta, que ya era considerable, a pesar de ir por la pista de tierra, comenzó la gente a dejar de correr, lo que me permitió recuperar un montón de plazas, es lo que tiene identificarse con un motor diesel. Una vez superada la primera cuesta y avanzar unos cientos de metros, la carrera me llevó a mi terreno, a la senda estrecha y sobre todo, cuesta abajo, pero para desesperación mía, iba muy atrás en la carrera y me tocó bajar andando y parando muy a menudo, pues en el terrero accidentado y cuesta bajo, esta feo decirlo, pero el primero no irá mucho más rápido que un servidor, al final de la cuesta había un riachuelo que había que cruzar, en el que no poca gente puso pié al agua, que hacía que todo el mundo esperara a los menos diestros, de ahí lo lento de la bajada.

Nada más cruzar el riachuelo, continuamos corriendo por una pista forestal, ésta ya en peor estado, que alternaba con sendas, con continuas subidas y bajadas hasta el kilómetro 6 más o menos. Ni qué decir tiene lo bonito del paisaje, cualquiera que haya estado en la zona, se puede hacer una idea, con el añadido de estar en plena explosión de la primavera, con un verde en todo su esplendor y con los romeros más olorosos y más llenos de flores que nunca he visto. ¡Ay señor! Qué placida parecía la velada, hasta que giramos a la izquierda para coger una senda en la que todos, los que corrían a mi ritmo, nos bajamos de la moto, y montamos en el autobús, comenzamos una subida que en los perfiles te marca de unos tres kilómetros, por una cresta de la montaña que prácticamente, casi en línea recta, te llevaba directo a cima. En ese tramo paramos un muy buen rato en un paso complicado que había, en el que habían instalado unas cuerdas por seguridad y en el que los menos diestros, hicieron parar, en mi caso unos 20 minutos, no quiero pensar en los que iban bastante más atrás. Este tipo de obstáculos debe de estar en lugares en los que la carrera vaya mucho más estirada, sino, perjudica mucho a los que van en el pelotón. Es el único pero que le puedo poner a la organización, los obstáculos que generen retención, no deben estar cuando la carrera va todavía muy junta.

Una vez coronada esta cima, a 1650 m, que por cierto, hacía un viento del carajo, comenzamos una bajada por una pista forestal en muy buen estado, que me permitió recuperar, otra vez, bastantes posiciones, en este tipo de carreras, creo que cada uno tiene que quemar sus cartuchos cuando puede, y mi terreno es la bajada. A los dos kilómetros y ahora sí, la carrera más estirada, volvimos a coger una senda bastante empinada, todavía para abajo, y que pude disfrutar unos cientos de metros hasta que cogí a los que iban por delante de mí, y que ya, por lo estrecho de la senda, no pude adelantar.

Tras la bajada estaba uno de los avituallamientos fuertes, con sólido y líquido, andábamos por el kilómetro 12, para el que conozca la zona, estábamos justo en el pico del arenal, un poco más arriba de la entrada al camino que te lleva a los chorros del Río Mundo, y prácticamente con dos horas de carrera. A continuación venían unos cuatro kilómetros de “transición”, vamos de continuos subes y bajas, por pistas forestales y sendas, que a esas alturas, ya empiezas a alternar bastante corriendo y andando, para después, comenzar otra ascensión, muy cerca del nacimiento del Río Mundo, por una senda, que te llevaba a 1.400 m de altura, y que hice prácticamente solo, para, después en la bajada, oootra vez, adelantar a otro puñado de corredores, esta vez menos, que llevaba por delante. Esta sí que la pude disfrutar pues era una senda más bien técnica, en la que ya no me cortaba y cuando llegaba a algún corredor, con respeto, educación y humor, vamos, con fair play, pedía paso.


Hay que puntualizar que el punto más bajo de la carrera esta a unos 950 m de altura, por lo que las subidas a cima rondan entre 400 y 800 metros de desnivel, para hacerse una idea, en la subida a la Cruz de la Muela, desde Montepinar, pueden haber unos 350 m de desnivel. Ahora estoy recordando sobre la ascensión que acabo de contar, que he puesto que prácticamente hice solo, la verdad es que adelanté a cinco o seis corredores y que me adelantaron un grupo de tres, con buen ritmo y un grupo de cuatro o cinco máquinas de estos que oyes hablando casi cien metros por detrás y otros cien metros por delante con “ahora bajamos a no se cuánto el kilómetro”, “luego tenemos que correr hasta no se dónde”, “llevamos una media de no se qué”, “en la carrera de no se dónde hay que no se qué” vamos, el típico máquina, o bocazas, que te preguntas si tan fiera eres, después de tres horas de carrera, qué haces adelantándome, si tenías que estar llegando. Y me hizo gracias, porque la verdad es que me adelantaron a buen ritmo, pero que poco antes de coronar, la verdad es que no sabías muy bien si habías llegado a cima, estaban apagando el sofocón en una orilla de la senda.


Una vez abajo, comienza la transición de las transiciones, diez kilómetros que te llevan a Riopar Viejo, y cuando digo transición de transiciones, quiero decir subes y bajas y subes y bajas, para continuar subiendo y bajando. Pues bien, aunque me desquitara en la bajada, el hacer la última subida solo, se me hizo muy larga, y llegados estos kilómetros en los que te viene el bajón, pues psicológicamente son kilómetros “poco” exigentes, o de “transición” entre subida (grande) y subida (aún más grande), pues empiezas a preguntarte cosas, ¿qué hago yo aquí?, ¿qué necesidad tengo?, y mañana reventado... y si además se da la circunstancia, de que mi hermano, que estaba corriendo la carrera corta, y ya había terminado, iba a salirme al paso con mi santa esposa, mi heredero y familia varia (cuñados, sobrinas y suegra) que había venido con la excusa de verme, a pasar el día a Río Mundo, pues empieza a moverse todo lo que se tiene que alinear para encontrar respuesta en los momentos de bajón. Y de ahí el título de esta “hazaña o miseria”, según reza en el apartado. El día que encuentras respuesta, da igual que físicamente vayas bien, pues al llegar al kilómetro 30, iba entero, cansado, pero con gasolina, y llevaba menos de 5 horas, quedando por hacer todavía, dos kilómetros más de transición, unos cuatro de subida a la cima más alta, 1.780 m, y otros siete kilómetros de bajada continua hasta el pueblo. Vamos, que en mis pronósticos iba sobre el horario previsto, tenía intención de terminar en unas ocho horas, pero como digo. Cuando encuentras respuesta… se acabó.

Por lo tanto, El desafío Lurbel, se convierte en la primera carrera de la que me apeo, con sabor agridulce porque sabía que iba a llegar y bien, pero tampoco me sabe tan mal, gané una muy buena tarde, descansado y en compañía de la familia, que es algo que también está muy bien.

Eso sí, ya esto apuntado para el desafío Lurbel de la Sagra, y que animo a más gente a apuntarse, esta vez lo he hecho a la carrera corta, a ver si convenzo a mi hermano para que en otra ocasión, nos apuntemos a la larga, que tiene más sustancia y luego, no es para tanto. El desafío será el próximo 14 de septiembre, y de querer apuntarse, que aunque vale una pasta, merece la pena, y no debe despistarse mucho porque la gente sabe lo bien preparada que está la carrera y lo buena que es la bolsa del corredor, con ropa técnica de la buena, calcetines, camiseta y banda para el pelo, además de correr por parajes protegidos que también tiene su cosa.



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