Llevaba ya un tiempo debatiéndome entre el abandono y la reconversión; o en el mejor de los casos, perdida la lucha contra el crono, buscando dónde explotar el lado aventurero, para compensar las deficiencias del físico y mantener algo de alegría a la hora de entrenar (hacer de actividad física con asiduidad) y competir (contra los demás, o al menos, contra mí mismo en un arrebato de nostálgica juventud).
Pasada la temporada de duatlones-triatlones, superada la organización del Triatlón Popular de Orihuela y con podio en la categoría de consuelo llamada “veteranos” y con el parón estival de los entrenamientos en el polideportivo, era el momento de parar, sin plantearme siquiera hasta cuándo. Todos los objetivos deportivos quedaron aplazados.
Tiempo de reflexión, ¿en qué reconvertirme una vez más? Debate que ya venía de largo: carreras de orientación y carreras de montaña, las mejor situadas.
Pasaron los primeros días de julio, casi desbordado por labores administrativas del Pasico, antes de irnos a la casa de la playa. Leer, reuniones familiares, paseos por la arena, baños entre las olas, dormir, escapadita de una semana a Albarracín. Planes en los que el reloj no estaba invitado y el ejercicio físico no cumplía una misión más ambiciosa que realizar alguna actividad física al aire libre, disfrutando del paisaje.
Teníamos alquilada una casa en Eriste, junto a Benasque, en el Pirineo Aragonés, para finales de mes, junto a la familia de mi mujer. Casualmente, en fechas coincidía con el Trail del Aneto, una carrera de alta montaña multidistancia, con pruebas desde el ultratrail de 106 Km a la prueba de promoción de 9 Km. En mayo me sobrevino una ráfaga de “¿me animo?”; pero con las nuevas fórmulas de inscripción, que te obligan a pagar dos meses antes para hacerlo a un precio razonable, lo descarté de inmediato.
Después de salir a trotar media hora un par de veces por la playa, allá por el 15 de julio me dije: “¿Por qué no? La media maratón: mitad andando, mitad corriendo; si me pongo, llegar, llego.” Para entonces las inscripciones estaban cerradas. Definitivamente descartado.
Jueves, 24. Partimos hacia el Pirineo, con el coche repleto de trastos: la bici, la mochila, las botas y un largo etcétera con el que explotar las opciones lúdico-deportivas de la montaña. Este año es en casa rural, no en camping, como otros, pero inexplicablemente el coche va siempre hasta el techo. Al llegar, mi cuñado me comenta que uno de su club está inscrito a la carrera del sábado, pero a la distancia maratón.
El viernes concurren dos circunstancias. Por un lado, a la media hora de la primera excursión, nos cae un chaparrón pirenaico. Es la previsión para los próximos días. Por otro, intentamos cambiar la inscripción de José Luis (distancia maratón y federado en montaña), por la mía en media maratón. La organización nos contesta que tienen mucho lío y que no es posible. “Pues venga, la maratón”.
Lo que no se debe hacer 1. “Cuando la previsión del tiempo para una actividad es de tormenta casi garantizada, lo más prudente tal vez sea no hacer la actividad”.
Lo que no se debe hacer 2. “No debemos lanzarnos a una carrera cuya distancia no hemos preparado”. Debemos seguir el principio de progresividad, sin dejar que la ilusión nos arrastre al despropósito. La distancia más larga que había corrido nunca eran 27 Km casi llanos de asfalto; y la prueba más larga, un triatlón olímpico de casi 3 horas y una carrera de montaña de casi 4. El tiempo del ganador en 2013 fue de más de 5 horas.
Curioseo un poco la web de la carrera, lo justo para no echarme atrás. Un vistazo rápido al mapa y perfil, para coger alguna referencia de lugares y kilómetros; no viene descrito con mucha precisión. Y me encuentro una lista infinita de material obligatorio.
Mapa recorrido. |
Perfil. |
Lo que no se debe hacer 4. “Si una carrera incluye en el reglamento, una lista de material obligatorio que hay que llevar, no te inscribas si no tienes la garantía de que vas a tener todo en la línea de salida”. Manta térmica, vaso, mallas por debajo de la rodilla, frontal, luz trasera, chubasquero, guantes con dedos, camiseta térmica, pastillas potabilizadoras… ¿De dónde voy a sacar todo eso? La obligatoriedad de portar el material de emergencias, se justifica en la distancia ultratrail, en la que se toma la salida a las 00:00 horas. Pero se ha hecho extensivo a las otras distancias. No obstante, en el caso de la maratón, que sale a las 09:00 horas y cierra la meta a las 22:00, existe la posibilidad de que se te haga de noche, los avituallamientos están muy distanciados y el tiempo es muy cambiante.
Comienzo la maratón de conseguir el material. Afortunadamente, mi cuñado está en un club de carreras de orientación en el que todo ese material es de uso común; y unos compañeros suyos salen en unas horas de Elche, vienen a hacer la carrera. Con un par de llamadas, solucionamos lo más exótico, espero. Y yo me concentro en ver qué me he traído en mi recargado coche.
La semana anterior me había comprado unas zapatillas de montaña, para renovar las que tenía, desgastadas ya por el uso. Están en Orihuela. La mochila que he traído es muy grande; pero mi cuñado tiene una con Camell, aunque no tiene la bolsa del agua. No me he traído ningunas mallas por debajo de la rodilla. Mi cuñada me deja unas con una franja fucsia en el lateral, muy monas. Espero no tener que sacarlas. Sería eterno contar las anécdotas del día.
Por la noche hay un briefing para explicar algunos aspectos de la prueba. El pabellón está rebosante de gente recogiendo dorsales y curioseando. Yo no puedo recoger el mío porque aún no puedo acreditar la identidad con la que estoy inscrito. Llego a la sala de conferencias. Mirando alrededor me llama la atención lo que veo: ropa de montaña y técnica; y lo que no veo: no hay gordos, bueno, ni gordos, ni mediogordos. Y escuchando conversaciones tipo “El otro día en el ultratrail de…” “Las zapatillas … de 500 € conseguí que me las dejaran en…” Mi conclusión rápida es: “¿Dónde están los corredores populares?” De la charla en sí, aprendo que se ha cambiado el recorrido del año anterior, que sólo hay 3 puntos de avituallamiento (aunque creo que tienen comida y bebida suficiente para no desmayarse), y que puede haber revisiones del material obligatorio que me traerán esta noche.
Sábado, 26 de julio de 2014, 07:00 horas. Me levanto. Nubes en el cielo y yo poniéndome crema solar. Desayuno rápido y a la carrera. Afortunadamente estamos a sólo 3 Km de Benasque, de donde se sale. De hecho, la carrera pasa casi por la puerta de donde tenemos la casa rural. Mi cuñado me ha recogido el material que falta, sus compañeros de club llegaron anoche. Casi sin mirarlo lo hecho todo a la mochila.
Llegamos con tanto tiempo que apenas hay ambiente de competición en la calle. Aparcamos fácil y nos dirigimos a recoger el dorsal. Pabellón desierto, tanto, que nos hace dudar de si nos hemos equivocado de día y hora. Todos han sido más previsores. Me aprendo “mi nombre y dni” y me invento la fecha de nacimiento en el “consentimiento de la carrera”.
Estudiando el mapa. |
Lo que no se debe hacer 6. “No seas el último en recoger el dorsal si quieres que queden camisetas de tu talla”. Marina quedó encantada con el cambio. Cogí una S modelo de chica.
Me coloco el dorsal y me engancho el sportident (el chip). La exposición sobre la mesa de control de material de todo lo que llevo en la mochila resulta casi embarazoso. Hay que sacar cosas y hago una primera criba (quito barritas, la crema solar, la braga polar…). Aún así, mientras las mochilas de mis compañeros-rivales parecen gráciles cual plumas, la mía parece el camión de la mudanza. Guardo el mapa sin estudiar. Noto los nervios en mi estómago, el gusanillo de la competición, falta muy poco para la salida, exactamente… exactamente me he dejado el reloj. Aunque no sé si servirá de algo, hago una llamada para que me lo consigan.
En lo que recogemos el dorsal, ríos de corredores confluyen en la calle donde está el arco de salida; tiene la leyenda “Gobierno de Aragón”, que me resulta exótica. Seremos más de 800. La música exalta los ánimos y que el speaker salude a “los corredores venidos de la comunidad valenciana”, se agradece como un guiño de ánimo. Llega mi reloj y me inmortalizo en unas fotos que cuelgo en el grupo de whatsapp; rituales del siglo XXI, ya muy extendidos. El teléfono móvil está en la lista de material obligatorio.
Lo que no se debe hacer 7. “No comiences una actividad física de cierta intensidad sin un buen calentamiento previo”. Me limité a unos suaves y breves estiramientos y un trote de 50 m para ese pis de última hora. “Tiempo habrá de calentar en 42 Km y 2.500 m de desnivel acumulado”, pensé.
Listo para salir. |
Lo que no se debe hacer 8. “No conseguirás tu mejor resultado deportivo si te sitúas atrás en la línea de salida”. Corres el riesgo de encontrar embotellamientos y de tener que hacer el esfuerzo de adelantar a otros corredores. Es preferible la postura egoísta de que me adelanten a tener que adelantar, salvo que tus posibilidades atléticas sólo aspiren a los puestos de cola. Siempre me ha dado mucha rabia pasar andando bajo el arco de salida, por atasco. No parece serio.
Salgo atrás del todo; Benasque. |
Los primeros kilómetros discurren por la cuneta junto a la carretera, con una suave pendiente continua hacia arriba. Llevo los palos plegados en la mano, mientras busco la forma de aprender a correr con ellos. Podría ir más rápido, pero queda mucho y hay mucho tráfico, con tapones intermitentes.
En el kilómetro 3-4 nos metemos en el Valle de Estós. En la segunda rampa corta se me quita la prisa y la vergüenza, decido desplegar los bastones (por mi zona, muchos corredores llevan) y andar. En general el camino es ancho y voy dando pequeños saltos hacia delante en el orden de carrera. Cuando intento beber agua la primera vez me doy cuenta del caos de mi mochila y del circo que supone sacar la botella de litro y medio de un saco petado de cosas.
Comienza lo duro. |
Me veo obligado a hacer ajustes de organización de la mochila, sin perder ritmo, porque ahora caminamos enfilados por una senda y no quiero perder posiciones. Paisajísticamente es un valle muy bonito, con zonas boscosas y cumbres que rozan los 3000 m; un riachuelo, pequeñas cascadas y algún nevero en lo alto. Pero la fila y la dificultad a ratos del sendero me impiden disfrutar de las vistas.
Ideé un sistema de comunicación con la familia, supongo que no sería el único. Desde el km 4 al 34, el recorrido era un semicírculo por dos valles de montaña sin acceso para los coches, pero con buena cobertura en algunos tramos. Así que whatsapp corto: hora, punto de referencia y selfy; que sea el teléfono el que busque la cobertura. Y a seguir. Da tranquilidad a los familiares, que te arengan con saludos y ánimos.
El siguiente tramo comenzaba bajando un poco. Yo no soy tan hábil como otros, pero formamos una grupeta para trotar con cierta alegría durante algunos kilómetros.
Pasamos junto a un lago (Ibonet de Batisielles), en el que un grupo numeroso se esparce para comer y descansar un poco. Continúo. Pasamos los 2.200 m de altitud y ya no hay bosque. Como no he mirado el libro de ruta, no sé por qué kilómetro vamos, ni a qué altura estamos; ni cuánta gente queda por delante o por detrás. Sólo sé que cada vez vamos más separados y la senda no está clara en todos los sitios. Troto varias veces para alcanzar grupos de delante, para no ir solo; pero cuando los alcanzo, decido sobrepasarlos. “¿Cuánto queda para el collado?”, pregunto. Me dicen que es lo que está delante de nosotros. Queda un apretón para alcanzar los 2.800 m, y luego ya a bajar. Me tomo un gel. Llegamos a una zona más técnica saltando de roca en roca; tienen el tamaño de armarios; redondas, lisas, inclinadas, de todo tipo. Y después otro tramo muy empinado: fuerte pendiente y algunos pasos muy expuestos a precipicios.
A por el collado de la plana. |
La bajada prometía ser un descanso rápido. Mis ganas. Comienzo dando la vuelta a un lago por un roquedal áspero y tortuoso. Luego se suceden bajadas muy empinadas con cortos llanos. Corro-paro, corro-paro. La senda no está muy concurrida y con el paisaje de alta montaña, incluidas manchas de nieve, no apetece quedarse solo. Mis compañeros de viaje me llegan desde atrás; da gusto ver bajar a algunos. Yo prefiero la prudencia.
Collado de la plana y lago. |
Refugio de Ángel Orús, 2.100 m de altitud, km 25-26 de carrera, 15:00 horas, 6 h en marcha. Me siento a comer algo. He pasado un momento malo, pero el volver a ver gente, me anima. Lleno agua, whatshapp y continúo.
Refugio Ángel Orús. |
Pueblo de Eriste, 1.050 de altitud, km 32-33 de carrera, 16:30 horas, 7,5 h en marcha. Junto a la casa rural en que estamos alojados está Marina y otros miembros de la familia. Marina me tiene preparado café y un pan con Nocilla, pero estoy tan cansado que no me entra. A mí ya no me quedan ganas de comer ni de correr, con lo cual, todo lo que pase de aquí, entra en el terreno de la cabezonería o la persistencia, según se mire. Dejarlo en este punto era una opción antes de tomar la salida, pero “muscularmente me encuentro bien”, aseguro; aunque creo que mi cara me delata. Punto de control, recarga de agua, barrita. Y a seguir.
Lo que no se debe hacer 12. “En esfuerzos de larga duración no olvides comer y beber, incluso sin hambre y sin sed”. Si no lo haces, lo puedes terminar pagando.
En un mini parón para sacar la botella y beber, todo el grupo que arrastro detrás echa a correr como alma que se lleva el diablo. Estamos a un paso de la estación de esquí y cuando llego, voy solo. Tampoco me queda energía para lanzarme senda abajo a pillarlos. Estación de Cerler, Km 37-38, 1.500 m de altitud. El resto del camino, trotar lo que se pueda, y esperar a ver Benasque otra vez. Ni caso a los comentarios de los senderistas, respecto a cuanto queda: ya estoy esquilmado todo el día de cálculos erróneos. Cada escalón hacia abajo es una tortura para los pies.
Bosque de Cerler. |
Mi valoración general sobre la jornada es que sin duda fue DIFERENTE. Sobre aquéllos adictos a este tipo de pruebas que aseguran disfrutar incluso después del kilómetro 30 ó 60, no cabe duda de que, o mienten, o han perdido la cabeza; o las dos cosas a la vez. No obstante, alterno mi alegría de alcanzar la meta tras el reto conseguido, con gritos a los cuatro vientos de que no me vuelven a pillar para otra de éstas; con algunas dosis de hormiguillas en el estómagos mientras ojeo a hurtadillas los calendarios de Internet de las próximas carreras y me imagino corriendo con más ímpetu, una preparación más planificada y mejor material.
Como no tengo otras referencias de conocidos o distancias similares, no sé si está bien, mal o regular. Y no sé qué mérito deportivo asignar a quedar en el puesto 505 de 738 chicos (el primero hizo 5 h 8 min). Hacer cábalas sobre cómo habrían ido las cosas si todo se hubiera planteado o ejecutado de manera diferente es un tanto absurdo, sin aplicar semejante rosario de casualidades, improvisaciones y despropósitos. Así pues, sirva mi ejemplo de enseñanza de algunos aspectos de lo que se debe, y muchos de lo que no se debe hacer, por imitación o por todo lo contrario. ¡Vaya ejemplo de un presidente de un club deportivo! Yo mismo me cuestiono si debí afrontar el asalto a la empresa en tales circunstancias, llegando a la conclusión de mi último consejo.
Lo que no se debe hacer 13. “No dejes de intentarlo”.
(He tomado algunas fotos de internet para tratar de ilustrar el paisaje, sin ánimo de plagio.)
Enhorabuena por la crónica, me lo he pasado muy bien leyéndote. ¡y encima terminaste!
ResponderEliminar¿qué sensaciones tienes un año después?
Por cierto, otra cosa que no se debe de hacer es bloquar el paso a los que vienen detrás. Si los oyes llegar hay que apartarse cuando se pueda!!
Un abrazo.
www.persiguiendonuncajamas.com